Con frecuencia en los entornos educativos y comunitarios solemos escuchar decir: “aquí no tenemos conflictos” o “trabajamos en prevenir conflictos”. Esto se debe posiblemente a la desafortunada asociación que se hace de los conflictos con las violencias o con una etapa más alta de la escalada del conflicto, cuando son aspectos diferentes. Paco Cascón nos recuerda que el conflicto es inherente a la condición humana e ineludible en las relaciones. Por su parte, las violencias son respuestas sustentadas en lógicas binarias que resuelven los conflictos a través de la afectación mutua, así como del control o la destrucción de lo otro: lo opuesto o diferente.
El conflicto es una experiencia que permea todos los escenarios relacionales en los que se desarrolla el ser humano. Identificamos conflictos en las relaciones interpersonales, en las relaciones amorosas, incluso escuchamos de él en el ámbito de las relaciones internacionales, como también en las relaciones con los territorios.
Son varios los autores, de diversas disciplinas, que atribuyen con una connotación positiva del conflicto, planteando, entre otras, que el conflicto nos recuerda el valor de la diversidad y las diferencias, y pone en evidencia las desigualdades e injusticias en las relaciones. Consecuentemente, el conflicto se constituye en una oportunidad de aprendizaje y en una fuerza para exigir y emprender transformaciones en favor del crecimiento interpersonal y colectivo.
El conflicto, más que negativo -como para pretender evitarlo o prevenirlo- es el escenario para crecer y encontrar nuevas y mejores formas de entendernos y relacionarnos; es oportunidad para resolver las desavenencias.
El papel de lo restaurativo frente el conflicto
La profesora Isabel Puerta, experta en justicia restaurativa de la Universidad de Antioquia, nos ha señalado cómo el conflicto viene a darle posibilidad a la comunidad educativa de aprender del error y a sus miembros de reconocerse como seres frágiles e imperfectos. En ocasiones, es el conflicto el que nos ayuda a reconocernos distintos y diversos.
Es justamente esa connotación positiva del conflicto lo que el enfoque restaurativo puede apalancar. Evert Silva, director de Human Partner, aporta al respecto: “Lo restaurativo facilita un proceso estructurado y cuidado para contar con un entorno sano que detenga el ciclo de violencias y posibilite un tratamiento humanizado de los conflictos, reduciendo la frustración y el dolor en los afectados”.
En esta perspectiva, nos plantea Evert Silva, “lo restaurativo, más que prevenir el conflicto, previene el incremento de las violencias en los conflictos o que el mismo pase a otras etapas que tengan un manejo aún más difícil o doloroso. Provee condiciones para el reconocimiento de lo sucedido, acompaña la responsabilización y atención de las afectaciones por parte de los responsables y exige reparaciones, así como la restauración de la dignidad y las capacidades humanas para relacionarse bien y desarrollarse en libertad y plenitud”.
En esta serie 12 mitos sobre lo restaurativo, Educalidad y Human Partner invitamos a reflexionar sobre el conflicto y las bondades del recurso restaurativo para mejorar las relaciones en la escuela y la sociedad en general.