La primera infancia es, sin duda, una de las etapas más determinantes para el desarrollo humano, y su vínculo con el desarrollo sostenible no puede ser ignorado. Según Adrián Cerezo, experto en desarrollo infantil y sostenibilidad, los primeros años de vida son esenciales para construir un futuro más justo, en el que el bienestar de los niños de hoy se refleje en la estabilidad y prosperidad del mañana.
Invertir en esta etapa temprana no solo favorece el desarrollo individual de los niños, sino que también sienta las bases para sociedades más justas, resilientes y sostenibles. Esta visión refuerza nuestra convicción de que la atención a la primera infancia es una de las inversiones más poderosas que podemos hacer por el presente y el futuro.
En el Foro Educativo Distrital 2024, celebrado en Bogotá, Adrián Cerezo nos brindó una perspectiva más completa sobre este tema, destacando que la primera infancia no comienza con el nacimiento, sino mucho antes. “La primera infancia es el principio de la vida. Empieza en la adolescencia de las personas que podrían convertirse en padres”, comentó en el Foro. Este enfoque nos invita a involucrar a las generaciones que están por formar nuevas familias, ampliando así nuestra responsabilidad sobre los próximos pasos que tomemos como sociedad.
La Primera Infancia: fundación del futuro
Sabemos que la primera infancia es una etapa decisiva que establece las bases para el desarrollo humano y la participación activa en la sociedad. Cerezo explica que durante los primeros años, el cerebro infantil está en una fase de extraordinaria receptividad: “cuando un bebé nace, comienza un diálogo. Un diálogo químico, un diálogo de interacciones, un diálogo físico con el mundo. Ese diálogo está ofreciendo información al cerebro, que la absorbe por completo”. Durante los primeros 1.000 días de vida, el cerebro de un niño es como una esponja, capaz de captar cada estímulo, cada experiencia, que determinará el tipo de persona que será en el futuro.
Este proceso de aprendizaje va mucho más allá de lo que podemos percibir a simple vista. Es una combinación de influencias sensoriales y afectivas que determina cómo los niños interactuarán con su entorno más adelante. “Si los niños experimentan relaciones que apoyan su desarrollo socioemocional, llegarán a la escuela mejor preparados para enfrentar cualquier desafío”, explicó Cerezo. Esta preparación temprana es esencial para que los niños puedan superar los desafíos académicos y sociales en su vida escolar y adulta.
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La educación: clave para el cambio
Aunque existe un consenso general sobre la importancia de la educación para el desarrollo personal y social, Cerezo nos invita a reflexionar más profundamente: “es necesario un cambio fundamental en la forma en que entendemos el rol de la educación en el desarrollo mundial”. Según él, la educación ambiental no debe ser un tema añadido al currículo, sino una dimensión integrada que impregne todas las áreas del conocimiento y las políticas educativas.
Desde la primera conferencia mundial sobre educación ambiental en 1977, se han identificado los beneficios de integrar esta perspectiva en la educación. Sin embargo, como subrayó Cerezo, en la práctica aún queda mucho por hacer: “Aunque hemos identificado desde hace décadas la importancia estratégica de la educación ambiental, no hemos logrado implementarla de forma efectiva”, advirtió. Esto nos obliga a repensar cómo formamos a las nuevas generaciones, no solo para que comprendan los problemas ambientales, sino para que estén capacitados para enfrentarlos y superarlos.
Cerezo enfatiza además que “la educación tiene la responsabilidad de estar a la altura de los desafíos y las aspiraciones del siglo XXI, promoviendo los valores y habilidades adecuados para alcanzar un crecimiento sostenible, inclusivo y una vida pacífica”. Esto subraya la necesidad de una educación que no solo transfiera conocimientos, sino que forme ciudadanos conscientes, críticos y comprometidos con la creación de un mundo más justo y sostenible.
Desarrollo sostenible: inversión en el futuro
“Debemos pensar de modo deliberado en cómo la primera infancia está relacionada con el desarrollo sostenible”, sostiene Cerezo. Por eso enfatiza que si no atendemos adecuadamente el componente humano desde los primeros años de vida, será imposible abordar los problemas ambientales que enfrentamos de forma efectiva.
Las estadísticas confirman esta relación: una atención adecuada en los primeros años contribuye a la reducción de la pobreza, mejora el rendimiento académico y fomenta hábitos de salud más sólidos a lo largo de la vida.
Para que estos beneficios se materialicen, Cerezo subraya que es crucial realizar las inversiones correctas. “Los estudios muestran que la promesa de una inversión en la primera infancia comienza con el financiamiento adecuado. Sin recursos suficientes, no podremos garantizar tres factores clave: equidad, calidad y una duración adecuada de los programas”, explicó.
La primera infancia, entonces, es el pilar sobre el cual se construye el desarrollo sostenible. En estos primeros años se desarrollan las capacidades y los valores que permitirán a los individuos contribuir a una sociedad más equitativa y resiliente. En esta etapa, el cerebro infantil absorbe experiencias y aprendizajes que moldean su empatía, responsabilidad y respeto por el entorno, cualidades esenciales para afrontar los desafíos del siglo XXI.
Invertir en una atención integral a la primera infancia no solo garantiza el desarrollo pleno de cada niño, sino que también proporciona una base sólida para que las futuras generaciones comprendan y asuman la responsabilidad de preservar tanto el bienestar colectivo como la salud del planeta.
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Educalidad y el Periodismo Escolar Restaurativo
En este contexto, el trabajo de Educalidad destaca por su enfoque en un periodismo que va más allá de la simple transmisión de información. El objetivo de Educalidad es inspirar, generar nuevas narrativas y restaurar una visión tanto individual como colectiva de la realidad. Este enfoque resuena con la visión de Adrián Cerezo, quien reconoció la importancia de iniciativas como el Periodismo Escolar Restaurativo (PER), que fomenta una visión crítica y positiva de la realidad social.
“Curiosamente, estaba pensando en que la razón por la que trabajo en el mundo del desarrollo sostenible es porque surge de la respuesta a la pregunta de cómo vemos el mundo cuando abordamos los problemas de manera compleja e integrada. Creo que hay una conexión, porque el trabajo que ustedes realizan está relacionado con esa idea de visualizar un mundo donde existan estrategias para lograr un futuro mejor”, comentó Cerezo.
El PER no solo permite a los estudiantes informar, sino también imaginar y proponer soluciones para un futuro mejor. Empodera a las nuevas generaciones, brindándoles una comprensión integral de los desafíos y las oportunidades de contribuir a un mundo más sostenible.
Como subrayó Cerezo en el Foro Educativo Distrital 2024, “cada esfuerzo cuenta y todos tenemos un papel en el rompecabezas del desarrollo mundial”.