Un pequeño país de Asia propuso la medición de su producto interno bruto en términos de felicidad. A inicios de los años 70, Bután, una monarquía budista, asumió “la felicidad interna bruta” como indicador de calidad de vida de su pueblo.
Hubo que esperar cuatro décadas para que, en el año 2011, 68 países oficializaran su unión a esta iniciativa en un encuentro de alto nivel de la Organización de Naciones Unidas, ONU, al aprobar una resolución que tuvo por título “Felicidad como un enfoque para el desarrollo”. Un año después, el 20 de marzo de 2012, la Asamblea de la ONU instauró el Día Internacional de la Felicidad, invitando a los gobernantes a transformar las economías hasta lograr sociedades más justas e igualitarias; a proteger los recursos naturales y ecosistemas, factores determinantes de la “felicidad global bruta”.
Hoy día, incluso, existen países que reconocen la felicidad como un derecho humano fundamental. De éste y otros temas relacionados con la felicidad, quisimos conversar con Carlos Enrique Cubillos, sicólogo, líder coach y fundador del grupo Casa Matriz que trabaja la felicidad en las organizaciones; y con Cesar Augusto Morales Vargas, publicista y director de la Fundación Chocolate, dedicada a resaltar las fortalezas humanas, el bienestar y la felicidad.
Cesar avala la postura de los Estados que se proponen garantizar la felicidad de sus ciudadanos. Sin embargo, con una mirada más amplia, plantea la felicidad como un deber; “tenemos todas las herramientas para ser feliz”, afirma. El pensamiento crítico, la gestión de las emociones y la responsabilización, son, en su concepto, algunas de esas herramientas.
Carlos, por su parte, resalta la felicidad como un derecho. “Todos, independientemente de la edad, tenemos derecho a ser felices. La felicidad está en nosotros mismos y en el servicio a los demás, que es la principal y permanente fuente de felicidad. La felicidad es un estado de consciencia en el que se experimenta la cooperación, la compasión y la generosidad, porque la felicidad se encuentra en la relación con otro, el interés por su bienestar, el amor, la empatía y la gratitud”.
Desde la psicología positiva, Cesar cita tres factores primordiales de la felicidad: la genética, el contexto sociocultural y la decisión personal. Este último está atado a la capacidad de resistir las adversidades, a la resiliencia, es decir, a ser feliz a pesar de.
Carlos menciona tres aspectos básicos del inconsciente de todo ser humano, que son intereses primarios: sobrevivir, reproducirse y cooperar. “Es en este último donde está el entendimiento y la vivencia real de la felicidad. Al entrar en esa cooperación, hacer trabajos en equipo con un objetivo común y romper la competencia, es posible sentirse pleno y feliz”.
La tarea de la escuela para la felicidad
A los dos expertos no podíamos dejar de preguntarles cuál es el papel de la escuela en relación con la felicidad.
Cesar afirma que “podemos enseñar en la escuela a ser feliz”. Entre las herramientas para ser feliz menciona la gestión de las emociones, evitar emitir juicios acerca del otro, inspirarse en historias de personas que han logrado conectar con su felicidad; instaurar ritos de felicidad y bienestar que hagan sentir a los miembros de la comunidad educativa especiales; e implementar prácticas filosóficas como el ikigai que refiere a una vida que valga la dicha vivir.
Para Carlos, la escuela tiene una función clave en relación con la felicidad. “Retomar esa esencia que se nos ha olvidado de formar personas íntegras, con valores, que cooperan, se interesan por sus compañeros y en un beneficio común”. Carlos nos invita a valorar y a reconocer que somos sensibles y frágiles y que esa sensibilidad nos trae felicidad. “Yo apoyo y me apoyan y entre todos creamos una red para generar cumplimiento de metas comunes y estados plenos de satisfacción al construir relaciones”, asegura.
Sabemos que son muchas las instituciones educativas del país comprometidas con prácticas para fomentar la felicidad. Esperamos, en próximas entregas, darles cabida en nuestra web para visibilizarlas e inspirarnos en su labor. Entre tanto, atenderemos la invitación de la ONU en este 2023 a defender la felicidad de las amenazas de nuestros días, como una forma de defender la dignidad humana misma.