Por Karen Díaz Restrepo*
“Por las víctimas: 9 millones de historias para no repetir”, es el mensaje que desde la Unidad de Víctimas movilizó la acción transformadora de este 9 de abril, en el marco de las jornadas de la Educación Abraza la Paz. En esta fecha convocamos al país a escuchar las historias de las víctimas del conflicto armado. Desde el corazón, con nuestro pálpito, en un solo latir, invitamos a la unidad para construir caminos de sanación y paz.
El tambor se convirtió en el símbolo emblemático de esta jornada. El tambor evoca lo que nos une. No solo representa el latir del corazón, sino también el pulso de las montañas y de la tierra. Este instrumento ancestral nos llama a la acción con una intención transformadora. Para nuestros pueblos negros, afrocolombianos, raciales y palanqueros, el tambor es un legado de los ancestros africanos que llegaron a nuestro continente durante el proceso de esclavitud. Para nuestras comunidades indígenas, es una medicina que sana el espíritu y el alma, conectándonos con lo divino y llamándonos con su sonido a la conexión con la unidad.
Un sólo latir por las víctimas
El tambor también representa las pulsaciones, en sus propios ritmos, de cada una de las personas víctimas del conflicto armado: el latido del corazón en sus comunidades desde las experiencias del hecho violento; el ritmo del pálpito cuando una familia encuentra a un ser querido desaparecido por la guerra; el pulso constante durante el duelo por sus muertos; el corazón latiendo de quienes sufren desplazamiento forzado, y el ritmo del pulso de aquellos que retornan a sus territorios para empezar de nuevo. Resuena igualmente en el corazón latiendo de la niñez y la juventud cuando los grupos armados invaden sus escuelas o los reclutan a la guerra; y los pálpitos de todos los colombianos cuando se nos garantice la paz en el país.
Al escuchar las historias de las víctimas del conflicto armado desde el corazón y en un solo latir, reconocemos la potencia simbólica y cosmogónica del sonido de los tambores. En Colombia, el lenguaje del tambor es un llamado a la acción y a la sanación, conectándonos con el latir de la tierra y del corazón en sintonía con nuestros pueblos afro y comunidades originarias y campesinas que han sido víctimas del conflicto armado.
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El tambor es una referencia clave para la libertad, la resistencia y la transformación. Es parte de nuestra sobrevivencia cultural y conexión con nuestras resiliencias, resistencias y re-existencias. Este instrumento nos llama, acompaña, sostiene, despide, ama, baila, resuena y sana, persistiendo en cada golpe y en cada latido por esas 9 millones de historias que no queremos repetir.
Latidos de tambor en las escuelas
El acto simbólico de la jornada busca pulsar el latido para reconocer y evocar a los colombianos que han trabajado incansablemente por labrar caminos de paz y reconciliación, en el contexto de esas 9 millones de historias que no queremos repetir.
El 9 de abril se llevaron a cabo más de 42 actividades simultáneas en el país en torno a las 9 millones de historias que no queremos repetir. El sector educativo, junto con el equipo motor de la Educación Abraza la Paz, se manifestó con más de 2.000 instituciones inscritas en este día con el latir de su corazón, con la apertura del calendario conmemorativo en esta primera jornada del año: la educación abraza a las víctimas del conflicto armado.
El latido del corazón en un tambor:
- 1 minuto son 60 latidos
- Para 9 millones son 150 mil latidos
- 150.000 segundos son 42 horas
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* Karen Díaz Restrepo. Miembro del Equipo de Contribuciones a la Verdad, Convivencia y No Repetición de la Unidad de Víctimas.
