Ayer conversé con un amigo que estuvo quejándose todo el tiempo: de lo que es, de lo que hace, de los demás, del país… en resumen, se quejó de la vida. No expresó ninguna idea que manifestara que estuviera contento con algo. Según él, todo está mal y cada vez estará peor, y el camino que ha encontrado para vivirlo es quejarse desde lo más profundo de sus entrañas. No puedo negar que hizo alusiones verdaderas y válidas, pero estas quedaron ensombrecidas por la continua perorata de quejas que expuso.
Creo que en la base de su actitud está la creencia de que merece todo y de que el mundo está en deuda con él. Esto le hace desconocer su responsabilidad en lo que le sucede, pero a la vez se niega la posibilidad de hacer algo para que eso cambie. Espero que esa no sea la actitud predominante en nuestra sociedad.