En un mundo donde la educación es el motor del progreso y el desarrollo, cada niño, niña y adolescente merece tener acceso a oportunidades de aprendizaje de calidad y pertinentes para su contexto. Sin embargo, América Latina y el Caribe enfrenta una crisis educativa hace más de una década, agudizada por la pandemia de covid-19, que amplió las brechas educativas y dejó a millones de estudiantes rezagados y enfrentando grandes desafíos en su camino hacia la realización personal y el éxito profesional.
En Colombia, según las Pruebas Saber 3° de 2017, uno de cada tres estudiantes de tercero de primaria no conseguía un nivel mínimo de competencias en lenguaje y matemáticas. Aunque desde esa fecha no hay pruebas censales que permitan evaluar el avance de la política educativa, hay algunas cifras que muestran que la situación no mejora. Según la prueba muestral realizada por el ICFES en 2023, seis de cada 10 estudiantes no pueden leer y/o comprender un texto adecuado para su edad en tercero de primaria.
Por su parte, las pruebas PISA 2022, que evaluaron estudiantes de 15 años y tienen una muestra representativa del país, arrojaron que el 51 por ciento de los evaluados no logra niveles mínimos en lenguaje, cifra que se elevó al 71 por ciento en matemáticas. Si bien la crisis educativa es generalizada, los resultados de estas pruebas recientes indican además que las desigualdades se han exacerbado, con puntajes inferiores en zonas rurales dispersas y urbanas marginadas.
Según Tanya Chapuisat, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Colombia, esta crisis no solo ha impactado el acceso y la calidad de la educación, sino que también ha tenido consecuencias en la salud mental y el bienestar emocional de niños, niñas, adolescentes y sus familias. El conjunto de la crisis de aprendizaje y los efectos de esta en la salud mental, afectan la permanencia y finalización de la trayectoria educativa: según Fedesarrollo, solo el 44 por ciento de las niñas y niños que se matriculan en primer grado logran graduarse de bachillerato a tiempo.
Ante esta situación, UNICEF trabaja por apoyar la educación desde la primera infancia, acelerar la recuperación del aprendizaje básico, promover la alfabetización inicial -a tiempo y con métodos probados-, incorporar elementos de salud mental y apoyo psicosocial desde el aula, generar oportunidades pertinentes para reducir la deserción de adolescentes, fomentar la inversión y coordinar acciones que garanticen la trayectoria educativa y la definición del proyecto de vida de cada estudiante en Colombia.