“Usted no sabe quién soy yo” es la frase que saltó a la fama por ser pronunciada por algunos personajes que quieren demostrar cierto poder sobre los demás e intimidarlos, con la intención de obligarlos a hacer lo que no quieren hacer, o de obligarlos a que dejen de hacer lo que quieren hacer. Con esa frase, estos personajes buscan ejercer algún tipo de violencia frente al otro.

La condición humana aparece de manera contundente cuando estamos frente a los conflictos y las violencias. Llegamos a recurrir a las violencias por carecer de las herramientas necesarias para dirimir conflictos y evitar así que éstos lleguen a escalar hasta las violencias. “Lo que tenemos que hacer es no tenerle miedo al conflicto. El conflicto es necesario y deseable en la sociedad porque es un dinamizador de las relaciones. Lo que tenemos que hacer es que desde niños aprendamos a asumirlo, sin necesidad de llegar hasta las violencias, porque las violencias se vuelven repetición de conductas dañinas que termina en su naturalización”, afirma la abogada Isabel Puerta, experta en justicia restaurativa.
Isabel nos recuerda que somos seres imperfectos, frágiles, vulnerables, incompletos y siempre deseantes de más. También, que somos seres sufrientes. “Ningún humano escapa de la posibilidad del dolor y el sufrimiento; y por eso, podremos ver que del sufrimiento puede nacer la compasión, que es la posibilidad de conmoverse o afectarse frente al dolor del otro, y esa afectación se produce porque yo, como humano, sé lo que significa sufrir y por eso soy compasivo frente a ese otro. De la compasión nace la solidaridad, yo le tiendo mi mano y le presto mi hombro a ese otro, porque, como sé qué significa sufrir, sé que necesita acompañamiento en esos momentos difíciles, entonces lo hago”, explica Isabel.
La forma como tramitamos los conflictos y las violencias son experiencias que pueden convertirse en fuente de aprendizaje. Es importante que los niños y niñas se den cuenta, de que estar en este mundo implica vivir situaciones en la que tenemos que tener respuestas con un contenido ético, en el sentido de que con esas respuestas no vamos a dañar al otro en su integridad física ni moral. “Para los niños y niñas, las relaciones son nuevas, novedosas e inciertas, porque apenas están emprendiendo su camino de vida. Todas esas experiencias son fuente de aprendizaje, pero todo depende de cómo las afronten; y de cómo las afronten, depende de qué acompañamiento hacemos los cuidadores, los padres y los maestros de estas situaciones”, afirma Isabel.
¿Es un acompañamiento punitivo basado en el castigo? ¿Es un acompañamiento negligente donde no hay tiempo de calidad? ¿Es un acompañamiento permisivo donde para ellos hay todo? ¿Es un acompañamiento restaurativo donde hay un trabajo con ellos para que puedan tener aprendizajes para la vida?
Todos nosotros tenemos que activar en nuestros niños y niñas la compasión para disminuir las violencias. Si sentimos compasión por el otro, difícilmente lo dañaremos porque sabemos que va a sufrir, y nosotros ya sabemos en carne propia lo que significa sufrir. Si lo hacemos, difícilmente volveremos a escuchar la famosa frase: “usted no sabe quién soy yo”.
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Es importante que los niños y niñas se den cuenta, de que estar en este mundo implica vivir situaciones en la que tenemos que tener respuestas con un contenido ético, en el sentido de que con esas respuestas no vamos a dañar al otro en su integridad física ni moral. “Para los niños y niñas, las relaciones son nuevas, novedosas e inciertas, porque apenas están emprendiendo su camino de vida. Todas esas experiencias son fuente de aprendizaje, pero todo depende de cómo las afronten; y de cómo las afronten, depende de qué acompañamiento hacemos los cuidadores, los padres y los maestros de estas situaciones”,