De la mano de Andrés Gaitán, quien es educador en contextos familiares y educador profesional en contextos escolares, haremos un recorrido por la importante precisión acerca de la educación, la familia, la escuela y las diferencias que entre ellas existen.
Para empezar, Andrés considera que “la educación es un mundo gigantesco”. Lo dice, porque existe una gran cantidad de ámbitos que educan. Precisa que “la escuela es uno de ellos y cada ámbito lo hace de manera distinta con sus particularidades y sus características”.
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En ese mundo gigantesco, la familia educa y también la escuela educa. La educación es un proceso más amplio que no se limita a ser una institución en sí misma, sino que puede ser facilitada por varias instituciones y entornos diferentes.
La Ley 115 de 1994, conocida como Ley General de Educación, define la educación como un proceso integral. Esta Ley reconoce que existe la educación formal, la educación informal y la educación no formal.
La educación formal se refiere al proceso educativo estructurado y organizado que se lleva a cabo en instituciones educativas reconocidas por el Estado, como son los colegios.
Por su parte, la educación no formal es un proceso educativo que no necesariamente sigue un plan de estudios formal y que generalmente no conduce a la obtención de títulos académicos. Puede ocurrir en una variedad de entornos, como talleres, cursos de capacitación y programas comunitarios, entre otros.
Por último, la educación informal se refiere al aprendizaje que ocurre de manera espontánea y no estructurada en la vida cotidiana. No está asociada a instituciones educativas y no sigue un plan de estudios predefinido. Este tipo de educación incluye la adquisición de conocimientos y habilidades a través de la interacción social, la observación, la experiencia personal y los medios de comunicación, entre otros.
La familia no es la primera escuela
Para Andrés, “la familia es la primera instancia social educadora y socializadora”. Su misionalidad primordial es la socialización. Después de la familia empiezan a aparecer otras instancias en las que hay una correlación en las tareas educativas y son ejercidas en diversos escenarios como la escuela.
Según Andrés, en la familia hay parentalidad, “que es un tipo de relación entre progenitores e hijos. Por lo tanto, es una relación no mediada por procesos formales”. Esto quiere decir que quienes son padres no pasan por la escuela normal ni por una instancia social que tenga que ver con la formación como padres.
De forma curiosa, Andrés señala el hecho que en los colegios se hayan inventado la “escuela de padres”. Esta iniciativa se traduce en un intento por llenar ese vacío por parte de la escuela, para poder crear una instancia formadora para los padres.
La escuela no es la segunda familia
Cuando la escuela intenta operar como familia se equivoca, porque no es su ámbito primario. Para Andrés “la escuela entra en relación con personas que no tienen un tiempo de duración largo como son la familia”. Lo anterior significa que la escuela no pertenece al orden de la socialización primaria, ya que sus relaciones son más itinerantes.
Adicionalmente, Andrés plantea que “la escuela responde a la cultura mayoritaria hegemónica mientras que la familia es el resultado de dos linajes, el del padre y el de la madre”. Esto imposibilita cualquier equivalencia entre la escuela y la familia. “La familia no homogeniza, como sí lo hace la escuela”, afirma Andrés.
Jerarquías diferentes
Los mecanismos de relacionamiento son diferentes para la familia y la escuela. Según Andrés “el soporte relacional de la familia es la colaboración, mientras que en la escuela es la competencia”. El apoyo mutuo que se ve en la familia y su capacidad de resiliencia contrasta con la carrera por los primeros lugares, bajo un modelo de competencias propiciado por la escuela.
Por último, para Andrés “las familias responden a valores, creencias, principios y costumbres diversas. Por otra parte, la escuela responde a la cultura dominante”. La escuela tiene un carácter uniformizante, mientras que en la familia esta construcción cultural se encuentra mucho más diversificada.
Lo público y lo privado
Andrés afirma que “los linderos de lo público y privado no son comparables tampoco. La escuela es un espacio público con escasos espacios de privados. Entre tanto, las familias son espacios privados con dinámicas de intimidad impensables en y para la escuela”.
Para cerrar
Andrés plantea estas diferencias con la intención de llevar a conversaciones y reflexiones sobre la educación, la familia y la escuela.
Aquí, anotamos tres reflexiones adicionales que nos llamaron la atención:
- La familia es un sujeto de derechos: Para la política pública de familia (2011-2025), en el caso colombiano la familia es un sujeto colectivo de derechos, ya no es una institución como lo establecía la Constitución de 1991. Esto genera una ruptura de una tradición en la relación entre el ámbito familiar y escolar, en donde la familia ya no es una institución. “Ahora la relación es entre un sujeto y una institución. Es decir, la escuela está al servicio de la familia”, afirma Andrés.
- La crisis es el estado natural de la familia: La familia es una instancia que ha existido durante más de 200.000 años. Ha sobrevivido justamente por estar en crisis permanente y por tener la necesidad de adaptarse a cambios de toda índole: económico, social, religioso, etcétera.
Andrés considera que existe una sinergia entre crisis y familia. Por eso impulsa como elemento movilizador el cambio. Para Andrés, “la familia que se queda estacionada, sin cambiar, corre el riesgo de desaparecer”. Es en el espíritu de cambio donde reside su supervivencia.
- La escuela es joven: Es importante señalar que para Andrés, la escuela se encuentra en un periodo de desarrollo menor al de la familia. La escuela es una institución que tiene 500 años de existencia.
Esto implica un grado de desarrollo y aprendizaje que aún se encuentra en proceso de consolidación. En ese transcurrir, resalta Andrés que “se espera de la escuela que logre cumplir con el papel que algunos educadores sugieren: ser agente de cambio”.
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