Por: Alvaro Duque Soto*
Al observar que el 80 % de la tierra de su país era propiedad del 20 % de la población, el economista italiano Vilfredo Pareto, a finales del siglo XIX, identificó una dinámica que resultaría fundamental para entender cualquier sistema: la mayoría de los efectos se originan en una minoría de causas.

Si bien este principio no es una ley matemática exacta, su validez se ha comprobado en numerosos campos: desde la productividad empresarial hasta el comportamiento de los sistemas naturales. Esta observación resulta muy útil para enfrentar las distintas formas de Desorden Informativo (DI): desinformación (contenidos falsos intencionales), información maliciosa (manipulación de datos reales) e información errónea (difusión no intencional de falsedades).
En la lucha contra el DI, el principio de Pareto nos ofrece una estrategia eficaz: en vez de intentar combatir cada gota de la tormenta de desinformación, debemos concentrarnos en las fuentes que la generan. Esta perspectiva nos permite enfocar nuestros recursos y esfuerzos donde realmente pueden hacer la diferencia.
El poder de los pocos
Lo que plantea Pareto es que hay un pequeño porcentaje (a menudo alrededor del 20 %) de factores, individuos o elementos que son responsables de la mayor parte (alrededor del 80 %) del impacto en un sistema. En el caso del DI, tres aspectos críticos concentran la mayor parte del problema: los actores clave, los temas más propensos a la desinformación y los formatos más utilizados.
Actores clave: ¿A quiénes y dónde se produce la desinformación?
El panorama mediático en Colombia está marcado por un ecosistema informativo en transformación. Según el Reuters Institute, aunque el consumo de noticias en redes sociales ha disminuido del 72 % en 2022 al 61 % en 2024, estas plataformas continúan siendo dominantes en la difusión de información, con Facebook (48 %), WhatsApp (41 %) y YouTube (34 %) como los principales canales.
A este ecosistema se suma el creciente impacto de los creadores de contenido digital. El estudio Sneak Peak Influencers 2024, de Ipsos Colombia revela que figuras como Luisito Comunica, Nubia e Hijos y La Granja del Borrego lideran en recordación entre los colombianos. Su alcance es significativo: las principales categorías de contenido (gastronomía, viajes y tecnología) llegan a más del 60 % de los usuarios. Esto presenta tanto riesgos como oportunidades para el ecosistema informativo, pues estos creadores pueden tanto amplificar la desinformación como convertirse en aliados estratégicos para combatirla.
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El Global Disinformation Index (GDI) señala que en Colombia la mayoría de los medios digitales presentan riesgo bajo o medio de propagar desinformación, pero el 12 % de los sitios analizados se encuentra en la categoría de alto riesgo, con contenido sesgado y prácticas operacionales poco transparentes. Esto sugiere que no toda la desinformación proviene de fuentes anónimas o externas, sino que también existen medios digitales con prácticas informativas problemáticas.

Adicionalmente, el informe del Reuters Institute advierte sobre la creciente preocupación por la influencia de la publicidad oficial en la independencia de los medios de comunicación. El 44 % de los periodistas encuestados indicó que conoce algún medio que dejó de publicar cierta información por temor a perder financiamiento publicitario estatal, y casi la mitad aseguró que han visto cambios en la línea editorial de algunos medios debido a contratos de publicidad con el Gobierno. Esto subraya cómo la desinformación no solo proviene de cuentas anónimas o redes sociales, sino que también puede estar condicionada por presiones económicas sobre los medios.
Por otro lado, el Panel de Opinión 2024, de Cifras y Conceptos, resalta que los líderes de opinión identifican a los medios tradicionales como fuentes clave de información, pero con un creciente escepticismo hacia la independencia editorial de algunos de ellos. El ranking de Gobernadores y Alcaldes en Digital muestra que las figuras políticas con mayor actividad en redes sociales son también quienes más polarización generan, al amplificar discursos que, en algunos casos, contienen información sesgada o inexacta.
El SCImago Media Ranking destaca que, aunque 84 medios colombianos han sido reconocidos en el plano internacional por su reputación digital, existen dinámicas de concentración de influencia. El Tiempo y El Espectador siguen siendo los medios con mayor peso en el ecosistema informativo colombiano, mientras que otros como Semana y Portafolio han cambiado su posicionamiento en función de sus estrategias editorial y digital.
Temas más propensos a la desinformación
La desinformación en Colombia se enfoca particularmente en ciertos temas de alto impacto social y político, según trabajos como el de los profesores Juan Camilo Hernández y Óscar Iván Londoño, de la Universidad de La Sabana:
- Gobierno y política: La desinformación con fines políticos es un problema persistente. Durante las elecciones regionales de 2023, la Fundación para la Libertad de Prensa denunció que algunos medios financiados con publicidad estatal han favorecido a ciertos candidatos mientras minimizan las voces de la oposición y que hay estrategias de matoneo digital a varios periodistas.
- Seguridad y orden público: Informaciones falsas sobre violencia y crimen generan pánico y desconfianza en las instituciones. Durante el Paro Nacional de 2021, circularon múltiples noticias falsas en redes sociales sobre supuestos ataques y montajes de violencia en protestas.
- Salud y ciencia: La desinformación en este campo sigue siendo un problema, especialmente en redes como WhatsApp, donde los usuarios comparten información no verificada sobre tratamientos médicos y vacunas.
Formatos más utilizados en la desinformación
El GDI identificó que los principales formatos de desinformación en Colombia son:
- Texto: La desinformación escrita sigue siendo la forma más común, en especial a través de redes como WhatsApp y Facebook, donde las cadenas virales suelen generar confusión.
- Imágenes: La manipulación de fotografías es otra estrategia clave. En momentos de crisis, se han reutilizado imágenes antiguas para generar narrativas falsas, como ocurrió durante el Paro Nacional.
- Videos y deepfakes: La creciente influencia de TikTok y YouTube como fuentes de noticias también plantea riesgos, ya que los videos manipulados y los deepfakes se han convertido en herramientas cada vez más usadas para distorsionar la realidad.
Acciones contra los puntos críticos
Al identificar los actores, temas y formatos más problemáticos, podemos diseñar estrategias específicas que maximicen el impacto de nuestros esfuerzos contra el DI.
Para enfrentar a los actores clave
- Monitoreo intensivo de los superpropagadores identificados.
- Sistema de alertas tempranas sobre contenido problemático de las diez cuentas más influyentes.
- Verificación prioritaria del contenido que generan los medios con historial de desinformación.
Además de estas medidas, es clave el desarrollo de programas de alfabetización mediática dirigidos a influencers con grandes audiencias, ya que su alcance les permite influir en la percepción pública. Asimismo, la colaboración con plataformas como Facebook, X y WhatsApp ayudará a mejorar la detección temprana de contenido problemático y su moderación efectiva.
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Para abordar los temas críticos
- Equipos especializados de fact–checking para temas políticos y de seguridad.
- Alianzas con expertos en salud y ciencia para contrarrestar desinformación en estos campos.
- Creación de contenido verificado y accesible sobre los temas más propensos a desinformación.
Es fundamental que estos esfuerzos se complementen con el desarrollo de guías rápidas de verificación para periodistas que cubren estos temas, así como la implementación de sistemas de respuesta rápida durante eventos que típicamente generan desinformación, como elecciones o crisis de seguridad.
Para contrarrestar los formatos dominantes
- Herramientas automatizadas para detectar texto manipulado.
- Sistemas de verificación de imágenes en tiempo real.
- Capacitación en detección de contenido manipulado para moderadores de redes sociales.
Teniendo en cuenta que la viralización de la desinformación ocurre con gran rapidez, es esencial el desarrollo de contranarrativas utilizando los mismos formatos efectivos, como videos cortos y gráficos impactantes. Asimismo, el etiquetado claro del contenido verificado como falso puede ayudar a frenar la propagación de información engañosa.

Menos es más
Las características del ecosistema mediático colombiano, con su alta concentración en términos de propiedad, audiencia e influencia, sugiere que acudir la regla del 80/20 podría ser particularmente efectivo a la hora de catalogar recursos en educación digital y verificación estratégica para reducir el problema de la desinformación de manera más efectiva.
El principio de Pareto nos recuerda que menos es más en la lucha contra el DI. Al identificar y neutralizar los puntos críticos –los actores, temas y formatos más problemáticos– podemos lograr un cambio importante con menos recursos. La clave está en dar prioridad a estrategias inteligentes y colaborativas que empoderen a periodistas, ciudadanos y plataformas digitales para construir un ecosistema informativo más confiable. En esta batalla por la verdad, cada esfuerzo cuenta, pero los esfuerzos bien dirigidos marcan la diferencia.
*Ph.D. en Ciencia Política de la Universidad de Turín (Italia). Ha sido docente e investigador de temas de comunicación política, periodismo y educación mediática e informacional. Miembro del equipo Educalidad.



































