El XXVII Congreso de prevención y atención del maltrato infantil ‘Del lado de los niños’, organizado por la Asociación Afecto contra el Maltrato Infantil y la Corporación de Amor al Niño Cariño, rindió un homenaje al Grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia por sus 30 años acompañando la niñez colombiana, en los tres escenarios donde se practica la crianza: la familia, la escuela y la sociedad.
Para el Grupo de Puericultura criar, educar y socializar es acompañar. “La crianza hace referencia a un verbo al que nosotros hacemos hincapié: el verbo acompañar, que es una de las marcas del Grupo de Puericultura”, comenta el pediatra Álvaro Posada, miembro del Grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia. “Fuimos nosotros lo que empezamos a decir que lo que hacemos los cuidadores adultos con los niños, niñas y adolescentes es acompañarlos. Es estar ahí, con disponibilidad para ellos, dando cuenta de que no están solos, para que puedan sacar de dentro de sí, con nuestro acompañamiento, todas las posibilidades que tienen”.
A lo largo de la historia, pendularmente la crianza de los seres humanos ha oscilado en un extremo por la crianza adultocéntrica y autoritaria de tipo represivo y en el otro extremo por la crianza adultocéntrica y permisiva que deroga las normas. Ambas crianzas han estado en función del interés del adulto, que tiene sus propias expectativas frente a los niños pero que no necesariamente coinciden con la realidad y la expectativa de ellos.
En cambio, el Grupo de Puericultura trabaja en función del interés de los niños, niñas y adolescentes, es decir, los ven como sujetos gestores de su propio desarrollo, con derechos y responsabilidades, como está consagrado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, promulgada por la Asamblea de las Naciones Unidas en 1989.
“Nuestra propuesta es una propuesta vinculocéntrica, de relación entre los adultos y los niños, en un contexto de una crianza democrática, humanizada y humanizante; no exenta de autoridad sino acompañada de una autoridad serena, dialógica, benevolente y firme. Una autoridad que los adultos ganamos de nuestros niños como fruto del ejemplo que les damos y del acompañamiento comprometido que les hacemos a sus vidas para que crezcan y se desarrollen”, explica el doctor Juan Fernando Gómez, miembro del Grupo de Puericultura.
Para el pediatra Álvaro Posada, el vinculocentrismo consiste entonces en el paso de la obediencia ciega a la comunicación seria; de los premios a los reconocimientos; de los castigos a la corrección; y del autoritarismo al acompañamiento empático. “El summum de esa actitud empática e incluyente es tener en cuenta el interés superior del niño y no del interés superior del adulto, porque si es desde este último, no es una buena práctica de crianza”, afirma.
Por esta razón, en el vinculocentrismo los verbos como controlar, merecer y permitir, se cambian por verbos como cuidar, proteger, guiar, acompañar. “No para que los niños sean sumisos sino para que sean obedientes a sus propios desarrollos cerebrales, es decir, para que se conviertan en responsables y capaces de dar respuesta por sus propios actos. Es un acompañamiento sin discriminación ni violencia donde se establece un apego seguro y se refuerza en la disciplina con reconocimiento y corrección en lugar de premios y castigos”, comenta el doctor Posada.
El pediatra Humberto Ramírez, también miembro del Grupo de Puericultura, destaca que para ellos la crianza humanizada y humanizante es un acompañamiento inteligente y afectuoso al niño durante su proceso vital. “Afectuoso porque el afecto es fundamental para las interrelaciones de los seres humanos y la base para el proceso de enseñanza aprendizaje; e inteligente, en el sentido de brindar un apoyo acorde con esos derechos, necesidades y vivencias del niño en un momento dado”. Por eso considera que crianza humanizada y puericultura pueden considerarse sinónimos.
Para el doctor Posada, la crianza democrática, humanizada y humanizante, es un asunto de la niñología. “El niñólogo es aquel que desde su profesión, desde su concepción de vida, trata de entender qué es un niño y qué es un adolescente: conocer cuál es su contexto, su familia, sus dificultades, sus posibilidades y sus luchas, es decir, una persona que se pone del lado de los niños en un asunto fundamental que es el acompañamiento en su desarrollo integral y diverso”, concluye.