Por: Alvaro Duque Soto*
Los actores del Desorden informativo: Una breve taxonomía
En la era digital la información fluye como un río desbordado. Pero no todo lo que brilla es oro. Junto con los datos útiles y las noticias veraces navegan mentiras, medias verdades y manipulaciones, conformando lo que conocemos como «desorden informativo». (DI)
Este fenómeno, lejos de ser un accidente, es el resultado de la acción deliberada de una red de actores que, con diferentes motivaciones y métodos, contribuyen a la propagación del caos. Para comprender este problema y aprender a defendernos necesitamos identificar estos actores y entender cómo operan.

El triángulo de la desinformación
Puede explorarse quiénes están detrás del desorden informativo y cómo operan a través del triángulo de la desinformación, un modelo que compara este fenómeno con una enfermedad y ayuda a entender cómo interactúan sus elementos clave.

En este triángulo, el virus es la desinformación: mensajes falsos o manipulados que buscan «infectar» el pensamiento de los usuarios, generando confusión y manipulando emociones. Este virus puede ser una noticia falsa, una teoría conspirativa o contenido distorsionado, creado y amplificado por actores con distintas motivaciones y métodos.
El entorno propagador es el ecosistema digital, sobre todo las redes sociales y otras plataformas en línea, donde el virus de la desinformación encuentra el lugar perfecto para difundirse rápidamente. Este entorno lo amplifica, ya que los algoritmos priorizan el contenido que genera reacciones, especialmente si provoca emociones fuertes como miedo o indignación. Así, el ambiente digital facilita que los mensajes de desinformación lleguen cada vez más lejos.
Por último, están los portadores: los usuarios, que juegan un papel activo en el ciclo de desinformación al compartir y amplificar contenido sin verificarlo. Movidos por sesgos cognitivos o emociones intensas, se convierten en transmisores involuntarios. En conjunto, el virus, el entorno propagador y los portadores crean un ciclo que se retroalimenta, generando el escenario perfecto para que los actores del desorden informativo sigan ganando terreno.
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La red de actores en el DI
Entendido el modelo del triángulo, es posible identificar quiénes son los actores que crean y propagan la desinformación. Como en una pirámide organizacional, existen diferentes niveles de operación y sofisticación, desde individuos que actúan por cuenta propia hasta organizaciones complejas con abundantes recursos.
- Actores individuales como los trolls, los supersharers (amplificadores de contenido), los haters (detractores) y los influencers incondicionales de los distintos grupos sociales forman la primera capa del ecosistema del DI.
Los trolls, motivados por la provocación y el conflicto, se especializan en crear desinformación mediante comentarios incendiarios, ataques y provocaciones que buscan desestabilizar el debate público. No buscan tanto engañar como sembrar discordia, utilizando desde tácticas simples de provocación hasta campañas de hostigamiento potenciadas por IA.
Los supersharers (amplificadores de contenido) son usuarios que amplifican la desinformación al compartir contenido falso o engañoso sin verificar su veracidad. Al ser personas reales y no cuentas automatizadas, su participación añade credibilidad a la desinformación, especialmente entre sus contactos, lo que aumenta su alcance y legitimidad.
Los haters (detractores) se enfocan en causar daño reputacional a objetivos específicos, y suelen actuar como parte de campañas coordinadas más amplias. Su misión es atacar directamente a individuos o grupos para desacreditarlos y debilitar su imagen pública.
Finalmente, los influencers incondicionales de los distintos grupos sociales tienen un impacto significativo debido a su gran número de seguidores. Utilizan sus plataformas para difundir contenido polarizador, muchas veces falso, creando “cámaras de eco” donde sus seguidores quedan atrapados en un flujo constante de información sesgada. Este contenido apela a emociones fuertes como miedo, indignación o euforia, reforzando creencias y haciendo que la desinformación sea más resistente a la verificación. Así, estos influencers no solo crean el patógeno, sino que también manipulan el ambiente digital, consolidando la desinformación en el triángulo de la desinformación.
- Actores automatizados, constituidos por bots y cuentas falsas, que publican y comparten contenido de forma masiva. Su objetivo es crear la ilusión de un apoyo popular a ciertas ideas, inflar artificialmente el número de seguidores, manipular tendencias o desviar la atención de temas relevantes.
La Inteligencia Artificial ha permitido que crezca de modo exponencial el grado de sofisticación de estos actores. Ya no se limitan a repetir mensajes preprogramados, sino que pueden generar contenido contextualmente relevante, mantener conversaciones complejas y adaptar sus estrategias en tiempo real. Además, sus operadores combinan tecnologías de automatización con análisis de datos para identificar vulnerabilidades y maximizar el impacto de sus campañas.
- Actores organizados. Acá se encuentran gobiernos y agencias estatales, que no solo crean y controlan el patógeno, sino que también manipulan el ambiente digital a través de campañas de desinformación cuidadosamente planificadas. Utilizan herramientas avanzadas para manipular la opinión pública, controlando la narrativa en torno a temas estratégicos y maximizando el alcance de sus mensajes en el ambiente digital. Su poder organizativo y su acceso a recursos tecnológicos los convierten en actores clave que refuerzan y expanden el ciclo de desinformación dentro del triángulo.
Las élites políticas y partidistas también caben en esta clasificación. Emplean la desinformación para obtener ventajas electorales, dividir a la opinión pública y consolidar el apoyo ideológico de sus bases. A diferencia de los trolls individuales, que actúan en pequeña escala, las élites políticas pueden movilizar grandes cantidades de recursos para producir contenido que influya en la percepción de los usuarios (los huéspedes) y controle la narrativa en el ambiente digital. Su capacidad para manipular los mensajes les permite fortalecer los sesgos y creencias de segmentos de la población seleccionados.
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Otros actores organizados son grupos de interés y empresas privadas, que también encuentran en la desinformación una herramienta poderosa para proteger sus intereses. Acá están empresas de relaciones públicas que han evolucionado hacia lo que podríamos llamar «fábricas de realidad alternativa». Ya no se limitan a gestionar reputaciones; ahora ofrecen servicios completos de manipulación informativa. Sus equipos combinan conocimientos en psicología social, análisis de datos y tecnologías de IA para crear y diseminar narrativas a medida.
Sus motivaciones son primordialmente económicas, pero su impacto es profundamente social y político. Estos actores financian campañas de desprestigio contra competidores o manipulan la percepción pública sobre temas clave para influir en decisiones de consumo o políticas. La estrategia de estos actores no solo crea patógenos en forma de contenido engañoso, sino que utiliza el ambiente digital para maximizar el alcance de sus mensajes y desencadenar una reacción favorable en los huéspedes (los usuarios), que actúan sin saberlo en beneficio de los intereses corporativos.
El rol del bullshit, la indiferencia hacia lo cierto
Los actores del desorden informativo, desde los trolls individuales hasta las organizaciones más sofisticadas, operan hoy bajo una lógica particular que el filósofo Harry Frankfurt denominó «bullshit». Mientras la mentira tradicional implica un esfuerzo consciente por ocultar o distorsionar la verdad, el bullshit refleja algo más preocupante: una total despreocupación por lo verdadero o lo falso. Lo único que importa es el impacto inmediato del mensaje.
Esta despreocupación por la verdad modifica de manera drástica la forma como operan los actores en cada nivel del triángulo de la desinformación. Los trolls y haters ya no necesitan construir mentiras elaboradas; pueden generar contenido provocador sin preocuparse por su credibilidad. Los bots y cuentas automatizadas pueden producir volúmenes masivos de mensajes sin mantener coherencia narrativa. Los «supersharers» amplifican contenido no por su veracidad, sino por su capacidad de resonar emocionalmente.
Así, el «bullshit» actúa como un catalizador que acelera el ciclo del triángulo de la desinformación, al crear un ecosistema donde la verdad se vuelve irrelevante frente al impacto emocional inmediato.
Los usuarios, bombardeados por un flujo constante de mensajes emocionales, no siempre se detienen a verificar la veracidad de la información, convirtiéndose en portadores susceptibles a la infección. Comparten y amplifican aquello que resuena con sus sentimientos, contribuyendo a la viralización de la desinformación. Las plataformas digitales, con sus algoritmos que priorizan la interacción y la viralidad, refuerzan esta dinámica, creando un círculo vicioso donde la verdad pierde relevancia frente al impacto emocional.
El bullshit explica cómo la desinformación se ha convertido en un fenómeno que, más que convencer con argumentos racionales, busca seducir con emociones. Los usuarios, inmersos en un mar de información donde la verdad es secundaria, se convierten en agentes involuntarios de la desinformación, compartiendo contenido que confirma sus creencias o refuerza sus emociones. El bullshit facilita la propagación del virus y debilita las defensas de los portadores.
Con este panorama de los actores del DI es claro que enfrentar la desinformación requiere un cambio de paradigma. Hay que detectar mentiras o manipulaciones y desarrollar una cultura de pensamiento crítico, así como habilidades de verificación que permitan a los usuarios enfrentar la manipulación emocional y moverse mejor en un entorno digital.
*Ph.D. en Ciencia Política de la Universidad de Turín (Italia). Ha sido docente e investigador de temas de comunicación política, periodismo y educación mediática e informacional. Miembro del equipo Educalidad.



































