En su décimo episodio, el podcast Desenredando la Información, de Educalidad, pone bajo la lupa el creciente poder de las grandes compañías tecnológicas (Big Tech) sobre las legislaciones nacionales. Alerta además sobre la urgencia de fortalecer la alfabetización mediática como una defensa ciudadana frente a la desinformación.
El episodio aborda dos casos recientes que muestran cómo la influencia de estas corporaciones trasciende las fronteras: una propuesta de regulación financiera en el Reino Unido y una denuncia sobre la presión ejercida en el Congreso colombiano.
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Reino Unido: un impuesto para alfabetizar
La Cámara de los Lores presentó un informe en el que impone un impuesto especial a las Big Tech. La propuesta busca que los recursos recaudados se destinen a financiar programas nacionales de educación mediática, en respuesta a la creciente ola de desinformación que amenaza a la democracia.
El documento británico señala que ni el gobierno ni su regulador, Ofcom (equivalente a la Comisión de Regulación de Comunicaciones en Colombia), han logrado contener eficazmente el problema. De ahí que se proponga pasar de la simple persuasión a una obligación financiera, forzando a las compañías tecnológicas a contribuir en la solución de un fenómeno que ellas mismas han potenciado. Una decisión de este calibre podría sentar un precedente a nivel global.
Colombia: la ley que se quedó corta
En el contexto colombiano, la historia es diferente. Una investigación periodística reveló que el lobby de las Big Tech logró debilitar un proyecto de ley que pretendía proteger la salud mental de niños, niñas y adolescentes.
La iniciativa buscaba darle al Estado herramientas para regular el contenido nocivo en internet. Sin embargo, las presiones corporativas lograron eliminar los artículos clave que establecían mecanismos de corrección y sanciones para las plataformas digitales.
El resultado: una ley que se limita a la autorregulación, donde las empresas son juez y parte al definir sus propias reglas, sin supervisión estatal efectiva. El vacío regulatorio preocupa aún más frente a las crecientes cifras de intentos de suicidio en niños, niñas y adolescentes en Colombia. Expertos en salud mental asocian este fenómeno con el consumo desmedido de contenidos en redes sociales. La denuncia fue respaldada por Cuestión Pública y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP).
Herramientas para navegar en tiempos de algoritmos
Ante la debilidad de los marcos regulatorios y el peso del poder corporativo, el episodio comparte recomendaciones prácticas inspiradas en el artículo “15 lecciones de 15 años enseñando alfabetización digital” de Diana Graber, publicado en Psychology Today. Estas son tres claves para educar en ciudadanía digital:
- La empatía como antídoto digital. La habilidad más importante en internet no es técnica, sino humana. La empatía ayuda a contrarrestar la crueldad en línea. Se recomienda fomentar conversaciones cara a cara y honestas, pues la empatía no se aprende en una aplicación ni en un chatbot.
- Equilibrio antes que prohibición. Prohibir celulares o aplicaciones suele ser contraproducente. Lo esencial es enseñar a identificar las estrategias que usan las plataformas para captar la atención y a equilibrar el tiempo de pantalla con actividades significativas fuera de línea.
- Nosotros somos la herramienta más poderosa. Más que controles parentales, lo fundamental es desarrollar pensamiento crítico. La clave no está en juzgar, sino en escuchar con curiosidad, compartir dudas y abrir diálogos sinceros sobre la vida digital.
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Una conclusión inaplazable
La alfabetización mediática no se limita a manejar dispositivos o redes sociales: es una competencia ciudadana, humana y política. Es la capacidad de entender las “manos invisibles” que mueven la información, reconocer cómo las grandes tecnológicas influyen en nuestras decisiones y fortalecer el pensamiento crítico para no caer en la trampa de la desinformación.
En tiempos donde las Big Tech marcan la agenda pública y privada, alfabetizarse mediáticamente ya no es una opción, es una necesidad democrática.