Durante mayo, la educación en Colombia se convirtió en un acto colectivo de memoria y esperanza. Más de 6.500 docentes, junto con estudiantes y sus familias, participaron activamente en las instituciones educativas del país en una jornada que puso en el centro la memoria y la búsqueda como caminos fundamentales hacia la reconciliación. De manera especial, se destaca la vinculación de 1.900 docentes que, por primera vez, se sumaron a la estrategia La Educación Abraza la Paz.
En un país marcado por décadas de conflicto armado, recordar y buscar no es solo un acto de justicia: es una apuesta ética y pedagógica por la transformación. La estrategia, desplegada a nivel nacional, generó espacios de reflexión, acción y encuentro, donde la memoria fue el hilo conductor, la búsqueda el motor movilizador, y las mujeres, las incansables tejedoras de relatos que se niegan al olvido.
Esta iniciativa reconoce la fuerza transformadora de la memoria colectiva y su capacidad de movilizar a la sociedad hacia un futuro más justo, consciente y comprometido con la no repetición de la violencia.
Impulsada por el Grupo Motor, que integra organizaciones de la sociedad civil como Educalidad, Educapaz, Rodeemos el Diálogo, Escuelas de Paz y Aliados Trabajo en Red, junto con entidades del Estado como el Ministerio de Educación Nacional, el Centro Nacional de Memoria Histórica, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz, esta primera jornada de 2025 reafirmó el compromiso del sector educativo con la construcción de una paz duradera desde las aulas.
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Reflexiones entre barcos y brújulas
La desaparición forzada es una de las expresiones más desgarradoras del conflicto en Colombia. Deja a su paso el vacío, el silencio y el dolor de miles de familias que siguen buscando a sus seres queridos. En este contexto, hacer memoria no solo es un deber del Estado, sino un derecho irrenunciable de la ciudadanía. Recordar a los desaparecidos, nombrarlos, buscarlos, es afirmar su dignidad y exigir justicia.

Las escuelas se sumaron con propuestas pedagógicas que atravesaron el aula, los territorios y las redes sociales. A través de imágenes, relatos, videos y símbolos —como barcos de origami cargados de esperanza o brújulas marcadas con la «M» de memoria— se tejió un relato colectivo que da cuenta del poder pedagógico de recordar. Ejercicios de escucha activa y encuentros con mujeres buscadoras enriquecieron esta experiencia, acercando a las nuevas generaciones a la comprensión profunda de una herida que aún reclama verdad y reparación.
Estas jornadas no solo sensibilizan sobre la desaparición forzada, sino que también fortalecen la memoria como una herramienta pedagógica para la transformación social y la garantía de no repetición.
Compromiso con la educación
Desde su creación en 2022, La Educación Abraza la Paz ha sido adoptada por cientos de instituciones educativas en todo el país. De acuerdo con una encuesta reciente del Grupo Motor, el 81 % de las escuelas participantes ha fortalecido al menos un proceso pedagógico gracias a su participación en esta estrategia.

Entre los procesos pedagógicos más destacados se encuentran la Cátedra de Paz (62,3%), los proyectos pedagógicos transversales (52,7%), los centros de interés (33,6%) y las iniciativas pedagógicas propias (29,8%). Además, el 93,1% de las instituciones participantes manifestó su interés de continuar formando parte de esta iniciativa en próximas ediciones.
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Invitación a seguir buscando y restaurando
La segunda jornada del año se realizará el próximo 9 de septiembre, con un enfoque centrado en la memoria y la reconciliación. Será un espacio para el diálogo, el reconocimiento del dolor del otro y la construcción de comunidades que sanan de manera colectiva.
En 2025, la invitación es hacer de cada aula un lugar donde la memoria impulse la búsqueda, donde la esperanza permanezca viva y donde la reconciliación se traduzca en acciones cotidianas. Ser parte de La Educación Abraza la Paz es sembrar la certeza de que otro país es posible, y que ese cambio profundo comienza, sin duda, en la escuela.