Reciente estudio muestra las falencias del sistema educativo para dar respuesta a estas situaciones.
Más allá de la calidad y los puntajes en pruebas estandarizadas, en los colegios hay un indicador que poco se mide: qué tan preparados están para afrontar problemas de salud mental y emocional de los niños, niñas y adolescentes. Y la realidad es que las instituciones tienen mucho camino por delante en este aspecto.