Detector de humo: Contra el desorden informativo (14): Una gran lupa para los ciudadanos

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Por: Alvaro Duque Soto*

Esta semana, la inteligencia artificial (IA) volvió a estar en el foco de la discusión, aunque no por los motivos habituales. La 3.ª Cumbre de IA en París dejó resultados poco alentadores, mientras que el presidente Gustavo Petro intervino en un panel sobre el tema en la Cumbre Mundial de Gobiernos en Dubái, donde reflexionó sobre el papel de esta tecnología en el futuro de la humanidad. El viernes, un poco de forma sorpresiva, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) publicó el documento CONPES 4144, que aborda la política nacional de IA. Estos eventos pusieron sobre la mesa una realidad evidente e ineludible: los datos abiertos son el combustible que alimenta la revolución de la IA.

Detector de humo: Contra el desorden informativo (14): Una gran lupa para los ciudadanos

La relación entre IA y datos abiertos es directa: los sistemas de IA, especialmente aquellos basados en aprendizaje automático y profundo, necesitan grandes volúmenes de datos de calidad para su entrenamiento y operación efectiva. Los datos abiertos, cuando están bien estructurados y son accesibles, pueden impulsar el desarrollo de aplicaciones de IA que beneficien a la sociedad, desde la optimización de servicios públicos hasta la anticipación de necesidades ciudadanas. Pero hay una pregunta central, aunque menos visible: ¿Cómo preparar a la sociedad para comprender y utilizar la información disponible?

Este reto va más allá de la IA y toca el corazón de nuestra democracia digital. Los datos abiertos, que permiten a cualquier ciudadano acceder, analizar y reutilizar información gubernamental y de entidades con funciones públicas, representan una oportunidad sin precedentes para fortalecer la participación ciudadana y la confianza pública. El aprovechamiento de este potencial depende directamente de nuestra capacidad para desarrollar las competencias necesarias para interpretar y utilizar esta información de manera efectiva. En este escenario, la alfabetización mediática e informacional se convierte en una herramienta esencial para la democracia del siglo XXI.

El poder y el significado de los datos abiertos

Según la Carta internacional de datos abiertos, estos son información pública disponible en formatos que permiten su uso y reutilización bajo licencias abiertas, sin restricciones legales que limiten su aprovechamiento. Es decir, son accesibles, reutilizables y libres.

En Colombia, la Ley 1712 de 2014 los define como datos primarios o sin procesar, en formatos estándar e interoperables (que permiten el intercambio de información entre diferentes sistemas). La norma cobija tanto a entidades estatales como a organizaciones privadas que ejercen funciones públicas. Su disponibilidad garantiza que cualquier ciudadano pueda acceder a ellos libremente, lo que abre un abanico de posibilidades para la innovación, la transparencia y el fortalecimiento de la democracia.

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La apertura de datos no solo democratiza la información, sino que transforma la relación entre el Estado y la sociedad. Al hacer visible la gestión pública, la información pública permite que distintos sectores -como la sociedad civil, la academia, el periodismo y las empresas- puedan analizar, cuestionar y utilizar la información para distintos fines, con lo que ejercen control social sobre los gobernantes.

El acceso a la información pública permite hacer seguimiento al manejo de recursos, evaluar el cumplimiento de promesas de campaña y fiscalizar la inversión pública. Por eso, la información pública funciona como una lupa ciudadana que examina la gestión del poder público y contribuye a la construcción de una administración más transparente y eficiente.

Contra la corrupción

El acceso a datos abiertos permite a los ciudadanos rastrear la ejecución de los recursos públicos y tomar decisiones informadas sobre su economía. Así, por ejemplo, desde el Portal de Transparencia Económica (PTE) cualquier ciudadano puede informarse sobre cómo se asignan y ejecutan el Presupuesto General de la Nación, el Presupuesto del Sistema General de Regalías y los convenios interadministrativos entre la Nación y las entidades territoriales.

La plataforma de la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (ADRES) es otro ejemplo de cómo la disponibilidad de información facilita el seguimiento a los pagos realizados por el Estado para el sistema de salud, lo que debería garantizar una mejor supervisión de los recursos destinados a la atención de la población.

Ese acceso a información pública se ha convertido en un instrumento clave en la lucha contra la corrupción, con plataformas como PACO. Además, los datos contribuyen a combatir el desorden informativo. Permiten verificar hechos, detectar patrones de desinformación y proporcionar evidencia verificable para los debates públicos.

Por el empoderamiento ciudadano

Esta capacidad de verificación ha impulsado un cambio significativo: en la actualidad, diversos actores del sector privado, el público y de la sociedad civil han evolucionado de ser simples consumidores de información a convertirse en verificadores activos y coproductores de conocimiento. Esta transformación ha sido impulsada por la disponibilidad de grandes volúmenes de datos y el avance de herramientas analíticas que facilitan su procesamiento

El DANE, a través del Sistema Estadístico Nacional, trabaja precisamente con más de 130 grupos sociales para integrar la información que producen a las estadísticas nacionales. Esto es muy importante, pues los datos ciudadanos son clave para la democracia y cuando las comunidades participan en la recolección y el análisis de datos, las políticas públicas son más inclusivas y las estadísticas oficiales se nutren con nuevas perspectivas.

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El empoderamiento ciudadano a través del acceso a la información pública no solo fortalece la transparencia, sino que también contribuye a mejorar la calidad de vida de las comunidades. La recopilación y el análisis de información por parte de los ciudadanos han sido fundamentales en la visibilización de problemas locales y en la creación de soluciones basadas en evidencia.

Un caso representativo de este enfoque es Ciudatos, la plataforma de datos abiertos de la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos. Esta iniciativa permite organizar, hacer públicos y presentar de forma dinámica datos e índices sobre la calidad de vida en distintas ciudades del país. Gracias a este tipo de herramientas, los ciudadanos pueden comprender mejor su entorno, identificar tendencias y exigir acciones fundamentadas en datos verificables.

No obstante, para que la información pública se convierta en una vía eficaz para la participación ciudadana y la toma de decisiones informadas, se requieren habilidades que permitan interpretar, contextualizar y analizar la información, de modo que pueda diferenciarse entre información confiable y manipulaciones. Es aquí donde la alfabetización mediática se vuelve crucial.

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Alfabetización mediática para aprovechar los datos

La mera disponibilidad de datos no garantiza su aprovechamiento efectivo. Incluso, si no se democratizan el acceso a la información y la capacidad de interpretarla, puede resultar en una profundización de las desigualdades existentes. Por ello, la alfabetización mediática, informacional y de datos requiere un enfoque integral que combine educación formal, capacitación técnica y desarrollo de pensamiento crítico.

El documento CONPES 4144 aborda esta estrecha relación entre IA y datos abiertos. La política nacional de IA dedica especial atención a la gestión de datos y destina parte de sus $479 000 millones a programas de formación digital. Sin embargo, esta inversión podría ser insuficiente frente a la magnitud del desafío. La alfabetización mediática, informacional y de datos requiere un enfoque integral que combine educación formal, capacitación técnica y desarrollo de pensamiento crítico.

La alfabetización mediática e informacional no solo implica entender los datos, sino desarrollar habilidades críticas para su aprovechamiento efectivo. Esto incluye saber acceder a las fuentes correctas, evaluar su credibilidad, interpretar la información en contexto y comunicar hallazgos de manera efectiva. Sin estas competencias, incluso los mejores datos pueden ser malinterpretados o manipulados, lo que contribuye, paradójicamente, al desorden informativo que se busca combatir.

Desafíos estructurales

El camino hacia una sociedad basada en datos abiertos enfrenta múltiples dificultades. En Colombia, estos desafíos son mayores por múltiples condiciones estructurales preexistentes. La brecha digital persiste como un obstáculo enorme. Sobre todo en el sector agrícola, donde Finagro, por ejemplo, que ha creado una plataforma de datos abiertos importante, reporta que la falta de acceso a información digital afecta directamente las posibilidades de financiamiento de pequeños productores.

La calidad y la estandarización de los datos representa otro desafío. Como muestra el bajo puntaje de Colombia en reutilización de datos (0,49/1), según el Índice Latinoamericano de IA, no basta con publicar información; esta debe ser confiable, actualizada y fácilmente procesable. La fragmentación de formatos y la falta de interoperabilidad entre sistemas gubernamentales complican aún más el panorama.

Por un lado, se requiere fortalecer el marco regulatorio, que establece claramente los derechos y responsabilidades en el manejo de datos. Por otro, es fundamental invertir en infraestructura tecnológica y capacitación.

Además, el acceso a datos abiertos conlleva responsabilidades. Es crucial entender los límites éticos en su uso, respetar la privacidad cuando corresponda y evitar interpretaciones sesgadas que puedan alimentar la desinformación. La alfabetización en datos debe incluir necesariamente una dimensión ética y de responsabilidad social.

El debate internacional sobre estos temas cobra relevancia. La reciente Cumbre de IA en París subrayó la necesidad de establecer estándares globales para el manejo de datos. En este contexto, Colombia, con su nueva política de IA planteada en el documento CONPES 4144, tiene la oportunidad de alinearse con estas tendencias mientras desarrolla soluciones adaptadas a su realidad específica.

La revolución de los datos solo será verdaderamente democrática cuando se combine con una sólida educación mediática e informacional. Esto implica no solo invertir en infraestructura y marcos regulatorios, sino también en desarrollar las competencias ciudadanas necesarias para interpretar, contextualizar y utilizar la información de manera ética y efectiva. Solo así podremos asegurar que esta transformación beneficie a toda la sociedad.

*Ph.D. en Ciencia Política de la Universidad de Turín (Italia). Ha sido docente e investigador de temas de comunicación política, periodismo y educación mediática e informacional. Miembro del equipo Educalidad.

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